Los telómeros fueron descubiertos por Hermann Joseph Muller durante la década de los años 30 del siglo XX, que junto a Barbara McClintock recibieron el Premio Nobel. Proponían que los telómeros, situados en los extremos de los cromosomas, tenían la función de prevenir que éstos se fusionaran al ponerse en contacto por sus extremos, lo que produciría consecuencias desastrosas para las células.
Algunas teorías del envejecimiento se basan en que los telómeros son como los relojes o temporizadores de la célula, ya que marcan el número de divisiones celulares, hasta que la célula muere.
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